7.14.2009

La represión y el linchamiento...


Un cádaver al lado de un coche, tras la represión de la protesta iugur, el domingo

Soldados chinos patrullan las calles de Urumqi, tras el toque de queda

"Un grupo de hanes (etnia mayoritaria de China) armado con palos y piedras pretenden agredir a los miembros de la minoría uigur a los que acusan de la destrucción de sus comercios"

Un grupo de chinos de la etnia han patrulla con palos por las calles de Urumqi (El País, 12/07/2009, p. 2)

"Tursun, de 40 años, mira en silencio con sus ojos oscuros y dice con la voz vacía: "Han matado a mi hijo. Los soldados abrieron fuego y mataron a varios niños, entre ellos el mío. Se llevaron el cuerpo y no lo he podido recuperar. Tenía ocho años". En sus ojos no hay lágrimas. Están secos de odio. A su lado, su otro hijo, de siete años, mira sin comprender lo que ocurre, con un palo entre las manos.

Tursun habla en una habitación miserable, de suelo sucio, techo semiderruido y fotos viejas en las paredes. Sentados en un jergón, varios amigos callan con el miedo marcado en el rostro. Todos llevan un garrote de madera, o un trozo de tubería, o una barra de hierro. En el exterior, resuenan los disparos de los gases lacrimógenos del Ejército.

De repente, entra un chico temblando. Sangra por el labio inferior. "Los soldados han visto que tenía una piedra en la mano, me han preguntado para qué era, me han tirado al suelo, me han esposado, me han pisado la cabeza y me han pegado", cuenta Yusup, de 14 años. "La había cogido para defenderme de un grupo de chinos han [la etnia mayoritaria en China] que se acercaba".

Apenas ha acabado de hablar, cuando alguien grita aterrorizado: "¡Qué vienen los chinos!". La gente sale de la chabola y se refugia en una de las casas. Echan los candados. Tras los barrotes de las cancelas, miran con incredulidad. A la vuelta de la esquina hay un solar de edificios derruidos. Un poco más allá, una vieja mezquita. Es el barrio de Tian Shan, uno de los más populares de Urumqi (capital de la región autónoma de Xinjiang), situado cerca del gran bazar, donde el domingo pasado murieron al menos 156 personas y más de 1.000 resultaron heridas cuando una protesta de uigures (etnia musulmana de Xinjiang), inicialmente pacífica, degeneró en una espiral de violencia. Miles de manifestantes pedían que se investigara el choque que se produjo el mes pasado entre uigures y chinos han en una fábrica en la provincia sureña de Guangdong, en el que murieron dos miembros de la minoría musulmana, según Pekín. (...)

Miles de chinos han se echaron ayer a la calle, armados con palos de madera, machetes, tubos de hierro, grandes cuchillos de cocina, picos y palas, en una prueba de fuerza contra los uigures. "Han matado a nuestra gente. Vamos a por ellos", dice un hombre con un garrote en la mano. A su lado, camina con paso rápido una docena de personas. Algunos son empleados de hotel, con corbata; otros, oficinistas; otros, obreros. Por todo el centro de la ciudad hay grupos de civiles con las armas más diversas. También hay mujeres, y chicas jóvenes, con barras de acero. "Venimos a defender nuestras vidas", dice un chaval. "Venimos por la paz", asegura otra.

A las cuatro de la tarde hora local (seis horas menos en la España peninsular), el Ejército ha sellado el centro. Hay miles de soldados, con cascos, escudos y bates de madera. Otros, con fusiles automáticos y pistolas. En una esquina, vigila un grupo de tanquetas blancas y camiones militares. La turba avanza envalentonada, recula cuando la policía dispara los gases.

"La unión es la fuerza. La culpable de lo ocurrido es Rebiya Kadeer. Yo tengo amigos uigures. Algunos son muy buenos. Estoy gritando a la gente que odie a Rebiya Kadeer, no al Gobierno", dice Sun, un chino han de 26 años, propietario de un restaurante, estos días cerrado (...)

Muchos uigures sienten un gran resentimiento contra el Gobierno de Pekín porque consideran que no respeta su libertad religiosa, les discrimina y ha inundado la región de chinos han, que controlan la economía. En Xinjiang, que tiene una superficie 3,2 veces la de España, viven 8,3 millones de uigures sobre una población total de 20 millones.

"Los uigures no somos terroristas. Pero no tenemos igualdad ni derechos. Los han controlan los negocios, los trabajos son para ellos", dice Yasin, de 24 años, universitario en paro. (...)

A pocos metros, un chino han, con los ojos inyectados de odio, grita entre sollozos: "Los uigures han matado a mi hermano, lo degollaron. Tenía 17 años. Lo han matado". (El País, ed. Galicia, Internacional, 08/07/2009, p. 2/3)

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